Cables
Me inclino por pensar que apagamos el fuego porque estábamos en peligro; a manotazos, sí, a golpes de arena. Y es que las llamas acariciaban ya el techo de Uralita y la cabaña podía saltar por los aires, estábamos a punto de saltar por los aires. Una hermosa sensación de desprendimiento me invade cada vez que me acuerdo; eso sí, con la arena que utilizamos me cargué el reloj de pulsera, el de mi unión infantil con Cristo, y desde entonces tengo problemas evidentes con el tiempo. A la salida de la comisaría me esperaba mi novia, mis padres, más policías, el arte, el mundo de los negocios. Y yo lo vi tan claro que, a partir de ese momento, decidí quedarme ciego. Cuando por fin apareció el electricista yo ya andaba leyendo a Maiakovski; escribí un poema titulado "Oda a la Ley de Peligrosidad Social". Y me prometí a mí mismo regresar un día a la cabaña. Así se lo expliqué a mis padres. Así se lo expliqué a la policía.
FUNDAMENTO:
En toda mi vida, no he visto más que tiempos de desorden, desgarros extremos en la sociedad e inmensas destrucciones; yo he participado en esos desórdenes. Tales circunstancias bastarían si duda para impedir que el más transparente de mis actos o de mis juicios obtuviera alguna vez aprobación universal. Pero muchos de ellos, así lo creo yo, pueden haber sido mal comprendidos.
Guy Debord.
Panegírico.
FUNDAMENTO:
En toda mi vida, no he visto más que tiempos de desorden, desgarros extremos en la sociedad e inmensas destrucciones; yo he participado en esos desórdenes. Tales circunstancias bastarían si duda para impedir que el más transparente de mis actos o de mis juicios obtuviera alguna vez aprobación universal. Pero muchos de ellos, así lo creo yo, pueden haber sido mal comprendidos.
Guy Debord.
Panegírico.
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